En Edutopia.org se trataba de nuevo este tema a través de artículo firmado por Beth Holland, docente e investigadora educativa. Tras hablar con otros docentes, esta profesora concluyó que en los proyectos de innovación implementados en colegios faltaban con frecuencia elementos fundamentales.
Si, por un lado, los centros eran exitosos en desarrollar un entorno y una infraestructura, por otro tenían algunas dificultades en producir cambios de comportamientos y creencias de profesores, directivos y alumnos. En otras palabras, los profesores no tenían directrices claras sobre cómo aplicar el aprendizaje basado en proyectos al currículo existente, y los alumnos tampoco se sentían motivados para hacerlo.
En este marco es donde el Design Thinking (metodología que centra su eficacia en entender y dar solución a las necesidades reales de los usuarios) puede hacer de puente entre el ABP y las partes interesadas.
En su versión más sencilla, habría que empezar por tratar la empatía. Es decir, preguntar a los alumnos qué es lo que consideran importante y provoca su curiosidad, cómo prefieren enfocarlo y qué herramientas y plataformas preferirían utilizar. Con esa información, sería posible definir un modelo que encaje en los objetivos curriculares, se planificaría la ejecución y, finalmente, se probaría en clase.
Esta dinámica con los alumnos supone que la innovación en clase depende no solo de estudiantes capaces de solucionar problemas, sino de generar nuevas incógnitas que tendrán que solucionar durante el proceso. En lugar de forzar la adaptación de los alumnos a los currículos, se intenta con esta técnica hacer lo inverso.
Se tardará aún algún tiempo hasta que se puedan obtener conclusiones, pero las primeras indicaciones son prometedoras.
Fuente: Aprendizaje basado en proyectos: innovación en el aula